Desmitificando mitos

Buenos días, amigos de Adveriris Levf:

En primer lugar, presentarme. Me llamo Manuel Jesús Oneto Fernández (Oneto para abreviar). Actualmente estoy cursando 2.º del Grado de Medicina en Cádiz, por lo tanto no me considero un experto en la materia ni muchísimo menos. En realidad, somos tan complejos que dudo que alguien en el mundo pueda decir que es un experto en medicina. En esta sección, que trataré de mantener con la mayor periodicidad posible (los exámanes de febrero se acercan), hablaré sobre ti, sobre mí y sobre todas las personas. Porque al fin y al cabo, de eso trata la medicina, de nosotros, los seres humanos.

También me gustaría agradecer a Fran y a Mini la oportunidad de compartir con vosotros mis escasos conocimientos, que espero que os resulten interesantes.

Y sin más dilación, pasemos al tema que nos ocupa hoy:

Si digo proteína, ¿en qué pensáis? Si no se os ocurre nada específico, no tenéis más que miraros al espejo. Todo lo que veis es proteína. Desde el pelo, la piel, las uñas en incluso los ojos. No en vano, las proteínas representan el 50% de la masa seca del cuerpo (con seca quiero decir si quitamos el agua, que como sabéis, representa aproximadamente el 70% de la masa del cuerpo).

Las proteínas son moléculas enormes (desde un punto de vista molecular) formadas a su vez por pequeñas moléculas llamadas aminoácidos que sintetiza el cuerpo para diversas funciones.

Una de estas funciones, quizá la más conocida por la población, es la de formar el músculo. El músculo está formado por “hilos” de actina y miosina (que es la proteína que vemos arriba), dos proteínas que al deslizarse entre sí provocan la contracción del músculo. Obviamente, cuantas más agrupaciones de actina y miosina tenga (llamadas sarcómeros) más grande será el músculo y más fuerza tendrá. Por lo tanto los suplementos proteicos como el que vemos a la derecha que se venden en tantos sitios diferentes son perfectos para ganar masa muscular, ¿no? Pues no.

El músculo se hipertrofia (es decir, ganamos masa muscular) cuando lo usamos. Vamos, cuando hacemos ejercicio. Para construir el músculo hacen falta proteínas, pero estas proteínas son creadas por el propio  cuerpo a partir de los aminoácidos (que son la molécula base de todas las proteínas).

Meterse en el cuerpo más proteína de la cuenta no te hace ponerte “cachas”. De hecho, todas las proteínas que ingerimos se degradan a lo largo de nuestro tubo digestivo. Poco le importa al cuerpo de dónde vengan. Hay páginas que venden proteína de albúmina de huevo (vamos, la clara del huevo deshidratada) o caseína (que viene siendo un producto de desecho de la industria del queso) como si fueran el “non plus ultra” de la nutrición deportiva.

Cualquier persona normal que vaya a un gimnasio una hora o dos, tres o cuatro veces por semana no necesita consumir ningún suplemento proteico, con la cantidad de proteína de una dieta normal es suficiente. De hecho, agarraos los pantalones, si consumimos más proteína de la estrictamente necesaria, el cuerpo la transforma en la molécula de almacenamiento, la grasa. Además puede llegar a provocar un fallo en los riñones muy grave.

Vamos, que si te bebes los batidos esos y no eres un culturista de competición, lo único que vas a conseguir es ponerte más gordo o hacerte mucho daño.

Como conclusión: si queréis ganar masa muscular, haced ejercicio, no compréis estos productos que venden ciertas empresas, de una manera totalmente fraudulenta y a precios desorbitados.

Espero que lo hayáis entendido todo bien, pero si tenéis cualquier mínima duda, estaré aquí para lo que queráis.

¡Saludos amigos!